menudo salen del púlpito los inciertos sonidos de la retórica política, los comentarios sociales y la psicología popular. Tales «palabras persuasivas de (humana) sabiduría» (1 Co 2:4) son una prostitución del verdadero llamado del predicador.5 El púlpito no es un sitio idóneo para que el pastor exprese su opinión, demuestre su erudición o ataque a quienes se le oponen. Una exaltación personal de esas características es la antítesis de la humildad. John Stott cree que cuanto menos se entromete el
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